domingo, 6 de abril de 2014

El "pero" justifica, la justificación fomenta

*Por José Cruz Campagnoli
Tiempo Argentino || Durante estas semanas "el linchamiento" como conducta social fue convertido en una de las noticias de mayor impacto en la opinión pública. Se la espectacularizó. 

Hubo diversos pronunciamientos sobre estas acciones, en muchos casos para marcar lisa y llanamente su rechazo, en algunos muy minoritarios para apoyar obscenamente, mientras que en otros la crítica vino acompañada de un "pero". Escuchamos y leímos "peros" desde diversos sectores: medios de comunicación, profesionales del campo jurídico o dirigentes políticos que recurrieron a esta conjunción para expresar su supuesto rechazo.

El "pero" justifica, la justificación fomenta.

Muchas de estas manifestaciones no fueron ingenuas, buscaron y siguen buscando generar un clima de fractura e indefensión social, de ausencia del Estado. Una vez más han pasado un límite. Cuando se pretende romper el contrato social, violentar las bases del Estado de derecho y se pone en riesgo la vida humana, se está adoptando una actitud antidemocrática.

Producto de años de aprendizaje con mucho sufrimiento mediante, la inmensa mayoría de los argentinos y argentinas asumimos ciertos acuerdos. A la tortura la consideramos una práctica repudiable, sin "peros". Cuando nos referimos al atentado a la AMIA y a la Embajada de Israel, o a la apropiación de bebés, nos referimos a episodios condenables sin atenuantes. En este tema tampoco debemos aceptar grises: el que no condena los "linchamientos", los justifica. Y quienes los promueven asumen una conducta que conspira contra el Estado de derecho. 

El sentido que se les da a las palabras tampoco es inocente. Cuando se habla de "justicia por mano propia" se pretende referir a "gente de bien" que imparte justicia, cuando debería hablarse de la comisión de un delito. Cuando se habla de "justicieros" debería hablarse de delincuentes.

Utilizar en el título de una noticia la palabra "paliza", cuando lo que ocurrió fue una agresión cobarde que terminó con alguien muerto o gravemente herido, es promover este tipo de conductas. Trazar una frontera entre ciudadano y delincuente postula una falsa dicotomía estigmatizante que fomenta la violencia y abona la idea de sálvese quien pueda.

En este tema, donde están en juego los fundamentos democráticos básicos, no hay lugar para eufemismos, para grises, para medias tintas, independientemente de los debates que hay que seguir dando en Argentina sobre la seguridad, con toda la complejidad que tiene el tema.

Los mismos que promueven la brutalidad, y generan un clima de angustia en la población saben lo que hacen, en simultáneo van preparando a los candidatos del orden que van a venir a darle "tranquilidad" a nuestro pueblo. Esa "tranquilidad" ya la padecimos. 

* Legislador porteño por Nuevo Encuentro - FpV