jueves, 22 de mayo de 2014

La izquierda por la izquierda, entrevista a José Cruz Campagnoli


Entrevista al legislador porteño por Nuevo Encuentro - FpV José Cruz Campagnoli de la Revista La Barraca.

1. ¿Qué es la izquierda en la Argentina?

Creo que hoy el pensamiento de izquierda, entendido en términos universales como un pensamiento emancipatorio, revolucionario, rupturista con el status quo y con esas estructuras que mantienen la desigualdad, se expresa en el kirchnerismo. Yo me siento parte de ese pensamiento. Lo que es seguro es que quienes enfrentan al kirchnerismo son la derecha. Obviamente en la Argentina está cruzado por otros debates. La historia del peronismo, se expresó como un movimiento político, sobre todo en los años 40, fue conceptualmente de izquierda. Fue un movimiento rupturista que vino a cuestionar el sistema de cosas dadas.

Ese pensamiento emancipatorio se expresa en la Argentina con las luchas independentistas, con las luchas por construir una patria durante el siglo XIX, en la Revolución de Leandro N. Alem contra los conservadores, en el pensamiento anarquista socialista de principios del siglo XX, en algunos aspectos del yrigoyenismo, claramente en el peronismo, en el Cordobazo, en la resistencia a la dictadura, en las movilizaciones de los años 80 y 90, indiscutiblemente se expresa en la luchan contra el menemismo, claramente en el 2001 y 2002 en la resistencia al orden neoliberal y en 2003 en el kirchnerismo. Es un pensamiento que en la historia argentina tuvo distintas pertenencias político-partidarias y en muchos casos incluso se expresó por fuera de las fuerzas políticas.

Yo describo también en el 2014 a ese pensamiento como el que hoy gobierna la mayoría de las naciones de Latinoamérica. También es el pensamiento de San Martín y Bolivar que tiene más vigencia que nunca en la construcción de la Patria Grande. Es la CELAC, es Unasur, el intento de construir nuestra América que se plantea, ya no impulsado por fuerzas políticas u organizaciones en términos simbólicos, sino impulsado desde los gobiernos.

2. ¿Cómo analiza y se posiciona ante los procesos populares en América Latina, en particular Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay, Chile?


Todos tienen una característica en común donde en cada uno hay gobiernos parecidos a los intereses de sus pueblos. Más allá de los perfiles de cada uno y la idiosincrasia de cada país y cómo se dio cada proceso político, hay un común denominador que es el avance del campo popular, de conquistas, donde el Estado juega un papel central. Para enfrentar la concentración de la riqueza y continuar con su distribución, está el poder popular representado en las herramientas que tiene el Estado. Considero que el Estado no es el comité de negocios de la burguesía, como planteaba Marx en el manifiesto de 1848. Sino que es, más en términos de Gramsci o Althusser, una gran disputa. Donde se da debate por su orientación, a ver si está a favor de una política o de otra. El proceso latinoamericano tiene además una perspectiva interesante. Linera hace un enfoque muy profundo sobre este proceso. Plantea que la batalla por la sociedad igualitaria, “del buen vivir” le llama él o el socialismo del Siglo XXI, es una pelea que no tiene punto de llegada predeterminado. No hay un momento donde se diga “hasta acá llegamos” y podemos decir que construimos la sociedad que queremos. Es una batalla hegemónica interminable. La pelea por la hegemonía, por las mayorías, porque los de abajo, los sectores populares sean siempre la dirección del proceso, es una pelea que no termina. Hay que prepararse para peleas de largo plazo donde va a haber marchas y contramarchas, avances y retrocesos.

Lo que Latinoamérica enseña hoy es que es posible gobernar a favor de los sectores populares. Además, el un gran triunfo del campo popular es que logramos dar esas discusiones en el marco de la democracia. Ya la derecha no tiene tan a mano el recurso de la intervención militar como lo que tenía en el siglo pasado. Hoy apela a otro tipo de mecanismos. Golpes blandos, con los medios de difusión masiva, las policías que intentan desestabilizar. Pero hemos logrado que la democracia sea el terreno donde se dirima las distintas controversias, por más profundas que sean. Pusimos la pelea hoy en el cuadrante donde más podemos ganas nosotros. Si pensamos que expresamos a las mayorías, donde las mayorías son mayorías y las elites son minorías, en el ámbito de la democracia es más fácil ganar. Es un buen escenario el que tenemos, con muchísimas dificultades. Y cada país tiene las suyas. A uno le puede gustar más un proceso político que otro, pero es importante no dividir. Hubo una estrategia de la derecha para tratar de separar el proceso de Uruguay o de Brasil, de otros procesos. Pero son todos procesos de avance y hay que verlos como tal. Cada pueblo lo va haciendo de acuerdo a sus posibilidades y su historia.

3- ¿Cómo analiza los 10 años del kirchnerismo?

Fueron 10 años intensos. Hace 10 años no teníamos la perspectiva de que iba a pasar lo que vivimos. Esta década ganada era impensable. Es hija de la ruptura con el orden neoliberal y cómo se dio. No podría haber habido 2003 sin lo que pasó en el 2001. El 19 y 20 marcaron un hito, más la resistencia del 2002, los asesinatos de Kosteky y Santillán. Configuraron un escenario y un contexto político que habilitó la emergencia de este proceso. Yo no creo que los contextos determinen, pero sí condicionan. Y no hay posibilidad de inaugurar procesos como este si no existiese un factor subjetivo también, con liderazgo como el de Néstor Kirchner, con una audacia extraordinaria, estremecedora. Una voluntad inigualable que tuve él y que tiene Cristina para desafiar en muchos casos normas, valores, estructuras que parecían intocables. Corrió el límite de lo posible. Ciertas medidas, la ley de Medios, el desafío al poder de las patronales agropecuarias, la relación con las Fuerzas Armadas, decirle No al ALCA a Bush en la cara en Mar del Plata, obviamente con Chávez y con Lula… todo eso parecía difícil ser pensado con la lógica de la política de los 90. Digamos que ese fue ganado por el Consenso de Washington, por el posibilismo. Era una política destinada a retocar los aspectos groseros que la economía de mercado generaba. En general, eran políticas monetarias encorsetadas en esa lógica. Creo que la ruptura del 2001 y la que inaugura Néstor Kirchner provoca esta década.

El polo popular lo representa claramente el kirchnerismo, por su historia, por sus componentes, por lo que hizo y además por quienes están enfrente. Los sectores conservadores, la derecha en la Argentina hoy se expresa claramente en los distintos sectores políticos que conforman ese polo antikirchnerista. Eso organiza el debate político hoy. La izquierda se expresa en el kirchnerismo.

También se fue gestando y se fue haciendo en el proceso político. El No al ALCA es consecuencia de un contexto regional que lo posibilita. Cuando Chávez lo decía en el 98 era el “Llanero Solitario”. Aparecieron Lula, Evo, Néstor y se crearon las condiciones de posibilidad para plantearlo. Fue un proceso político que no estaba ni escrito, ni predeterminado que se fue haciendo. Y lo más importante de todo, el debate que tenemos que dar, es que ésta es la primera década de un proceso político que tiene que continuar. El kirchnerismo no es el nombre de una etapa de la vida política de la Argentina, sino que debiera ser la identidad que asuma el campo popular en el siglo XXI. Esa identidad que tiene que ver con el peronismo, pero también es hijo o hija de los debates históricos de nuestra patria.

Yo creo que hoy la izquierda se expresa en el kirchnerismo, el peronismo en su rol contestatario y rupturista se expresa en el kirchnerismo y las mejores tradiciones del radicalismo que enfrentó a los conservadores a fines del siglo XIX también. El kirchnerismo debería ser además el nombre del futuro. Porque además, hay muchas cosas pendientes. Todavía hay desigualdad, todavía hay injusticias, todavía hay mucha gente a la intemperie. Y la razón histórica del kirchnerismo va a seguir vigente mientras haya alguna desigualdad por desarmar en este país.

4- ¿Cómo dialogar y articular con los sectores populares de tradición peronistas?

Creo que hoy la Argentina está políticamente organizada en dos polos. No me gusta decir dividida, porque es el lenguaje que usa la derecha. Son dos polos antagónicos. Chantal Mouffe habla de una “democracia agonista”, que es donde hay un polo que expresan los sectores populares y otro expresa al establishment y a los sectores conservadores. El polo popular lo representa claramente el kirchnerismo, por su historia, por sus componentes, por lo que hizo y además por quienes están enfrente. Los sectores conservadores, la derecha en la Argentina hoy se expresa claramente en los distintos sectores políticos que conforman ese polo antikirchnerista. Eso organiza el debate político hoy. La izquierda se expresa en el kirchnerismo. Y otros sectores, por distintos motivos, decidieron ser parte de la oposición. Y en la práctica, en muchos casos, terminan marchando con la Sociedad Rural en 2008. Cuando vemos eso, sabemos en qué polo vamos a estar. Es un debate profundo, que ahora está ordenado así y algunos decidieron quedarse en ese lugar. Por lo tanto es complicada la articulación.

5. ¿Qué opina del FIT?

Creo que una construcción política que logra hacer pie en algunos lugares de la Argentina donde el kirchnerismo no está expresado claramente a nivel provincial o municipal. En Salta, por ejemplo, el FIT hizo una buena elección. Si uno es kirchnerista en Salta es difícil sentirse identificado con Urtubey, con Romero o con Olmedo. Los sectores que tienen ganas de desafiar el poder, que quieren expresar una mirada contra el conservadurismo reinante en esos lugares, ¿dónde lo hacen? Una de las razones de la emergencia del FIT tiene que ver con un contexto político donde las ideas de izquierda empiezan a tomar más peso. Donde se empiezan a hacer debates más instalados en la agenda política y pública. Y que se combina con cierto déficit que tiene el kirchnerismo, que en algunas provincias no se ve con claridad en las estructuras políticas existentes, la profunda transformación que hubo en el país, ni los profundos debates políticos e ideológicos que impulsaron Néstor y Cristina. Muchos gobernadores se sienten más cómodos en otra posición política y hoy son oficialistas porque el liderazgo lo tiene Cristina. Sino serían parte de otro oficialismo con un enfoque de derecha. En esas ciudades, el FIT tuvo posibilidad de entrar y la supo aprovechar.

Y del FAUNEN?

Eso es parte de la estrategia de la derecha. Para mí es derecha maquillada. Hay una derecha más explícita y una derecha maquillada. Sus componentes, en general, están en contra de ponerle retenciones a la soja, en contra de la política de integración regional. Piensan más en términos de alineamiento con Estados Unidos y las potencias europeas. Tienen una posición crítica sobre la intervención del Estado y la regulación de la economía. Tienen un enfoque en contra de ciertas empresas vuelvan a estar en manos del estado. Creen que el problema de la inflación tiene que ver con la emisión y el gasto público. Su pensamiento estructural es como el de derecha. Y es parecido a lo que hace la socialdemocracia europea ahora. El ajuste en Portugal, Grecia y España lo inició la socialdemocracia. Francois Hollande, en Francia, del Partido Socialista, es el que está aplicando medidas de ajuste, achicando el gasto público. El FAUNEN expresa eso, es derecha maquillada y en muchos casos ni siquiera lo disimulan, se sienten cómodos en esa posición.

6. ¿Cómo pensar en las condiciones actuales estrategias anti-capitalistas?

El capitalismo hoy es neoliberal. Su enfoque, su modelo económico tiene que ver con eso. Por lo tanto, para mí, enfrentar el modelo neoliberal tiene un aspecto anticapitalista, porque va desarmando la forma que el capitalismo adoptó en esta etapa. Además, no se puede volver fácilmente a formas anteriores porque el desarrollo político, histórico, económico no lo permite. Porque también estos procesos latinoamericanos, en algunos casos, mencionándolo explícitamente; en otros casos no, fueron desmontando estructuras que sostenían el orden capitalista. Después está la discusión de cuál es la sociedad que pretendemos. Coincidimos en que sea una sociedad justa, igualitaria. Pero hay que debatir cómo se llega a eso. Latinoamérica y el Caribe están construyendo un proceso político que no tiene ni punto de partida, ni punto de llegada, ni receta. Empezar a pensar sociedades más solidarias, economía con más intervención y regulación estatal. Ir quitándole facultades al mercado y ganándole terreno. Poner en discusión la lógica del consumismo también es necesario. La sociedad de consumo es una sociedad que termina enajenada. Me parece que es un excelente momento histórico para ir construyendo una sociedad distinta a esa dada. Creo que la humanidad no tiene posibilidad de salvación si sigue atormentada por las guerras, por la concentración obscena de la riqueza. Hay 7 mil millones de habitantes en el mundo y dicen que el mercado mundial produce bienes y servicios para abastecer a 4 veces la población mundial. Y hay un nivel de concentración que es el más alto de la historia. El 80 por ciento de la riqueza producida en el mundo la conserva el 20 por ciento de la población. No es un problema de productividad, claramente es una cuestión de distribución. Antes la economía se definía como la ciencia que estudiaba cómo administrar la escases de recursos. Hoy no hay escases, sino que hay sobre abundancia de recursos y hay un problema de distribución. La producción desmedida de bienes y la sobre abundancia de recursos van generando un contexto ambiental perjudicial para la humanidad. La especie humana no tiene posibilidad de salvación si seguimos viviendo de bajo estas reglas. No es una cuestión de gustos o preferencias, sino que esta sociedad tal cual está, en algunas décadas más va a ser invivible. La humanidad para subsistir debería, deberíamos salirnos de esta lógica y construir una lógica distinta. Hay avances tecnológicos y recursos suficientes para vivir bien los siete mil millones de habitantes del planeta.

7- ¿Cómo ves el escenario para las elecciones 2015?


Es un escenario desafiante. Va a ser la primera vez que el kirchnerismo vaya a elecciones presidenciales sin sus principales liderazgos de Néstor y Cristina. Va a ser una prueba de fuego en la idea de poder continuar con un gobierno kirchnerista en la Argentina.

Antes que el escenario electoral, en términos de candidatos, el debate del momento tiene que ser sobre las condiciones en que llegamos al 2015. El desafío de esta etapa es librar la batalla cultural necesaria para desmontar la estrategia de la derecha, que quiere generar un contexto político y económico que habilite exclusivamente un candidato de la derecha. El establishment con los medios masivos de comunicación, el Grupo Clarín como nave insignia e ideólogo del proceso, la AEA que es el conglomerado empresarial que reúne a los principales grupos económicos del país, tienen una estrategia que es pivotear sobre tres ejes principales.

El primero es plantear que la inflación es el gran problema de la economía argentina, que es producto de salarios altos y gasto público, como por ejemplo la Asignación Universal por Hijo. Hay que poner en discusión quienes son los responsables del aumento de precios, explicar que no es el estado, porque no es quién produce bienes, sino que son los empresarios.

El segundo eje es el discurso de la inseguridad. Linchamientos, piquetes, trapitos, todo el que anda en moto es motochorro, todo pibe con gorrita es un delincuente. Toda esta construcción cultural que están instalando para generar en la sociedad miedo y para plantear que no hay estado; el estado entendido por ellos como el Estado represor que garantice mano dura. También ahí están generando las condiciones políticas y sociales para después ofrecer candidatos por derecha.

Y después, como ya hubo en los 90, en aquella época con cierta racionalidad, se plantea un discurso antipolítico. Aparece Massa con el tema de las reelecciones a intendentes, Macri aportando lo suyo en ese debate. Abren una discusión que intenta desacreditar a la política para volver a configurar una sociedad donde esté mal vista. Y la política es la única herramienta que tienen los pueblos para transformar y ponerle límites a la voracidad de los mercados.

Ya lo vivimos con las privatizaciones de Menem, no fue de un día para el otro. Hubo un ablandamiento de la sociedad con los discurso de Grondona, Neustad, esa apelación a Doña Rosa, a la ineficacia de los servicio, etc. El desprestigio del Estado impulsado desde las usinas de la comunicación que generaron las condiciones de posibilidad para después privatizar.

Ahora inflación, inseguridad y la política como una mala palabra son las estrategias para generar un contexto necesario y luego ofrecerse como candidatos. Y que gane quien gane, ganan ellos. De cara al 2015, más que discutir candidaturas, lo que hay que hacer hoy es pensar cómo seguimos dando esta pelea cultural para llegar con este espacio, y armar las condiciones para que el debate político en la Argentina sea sobre cómo avanzamos una década más y no cómo se desarticula lo ganado. El debate tiene que ser cómo se profundiza lo iniciado en estos diez años y no cómo se vuelve para atrás.

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